Es Dificil

06.06.2017

Cuando su hijo(a) sale del clóset con usted es una tormenta de emociones y preocupaciones. Espera que no sea verdad, espera que solo sea una confusión del adolescente sobre su identidad sexual, que todo va a estar bien, que su esposo (a) lo va a entender, que su familia lo entenderá.

Pero la emoción que en mí predominó fue miedo. Miedo por todas las cosas malas que sabía pasarían al enfrentarme con esto. Y ese miedo se hizo realidad.

Uno de lo más grandes retos que he tenido al apoyar a mi hija es la actitud de otras personas y luego la impresión que me llevo cuando reconozco que yo también he tenido esa actitud.

El conocer y amar a una persona gay es una experiencia que te moldea el corazón. Pero para mí, la cabeza tendría que amoldarse también, mi jornada se llenó de revelaciones (una tras otra) y de pensamientos o de creencias que jamás había preguntado.

Cuando una madre me preguntó que si no me preocupaba de que mi hija fuera consejera en un campamento de niñas pequeñas casi le doy un puñetazo.

Yo conozco a esta niña – pero esa mamá creía que los homosexuales eran un peligro para los niños. Me sentí mal de solo pensar que yo llegué a pensar igual. Hasta que entendí que eso es ser PEDOFILIA y no homosexual. Una persona que abusa de niños es un crimen cometido por heterosexuales. Pero seguimos oyendo esta difamación en contra de los gays.

Un compañero del trabajo comentó que la homosexualidad es una opción. Le pude haber dado un puñetazo, excepto que tal vez yo también lo llegué a pensar. Él pensó que mi hija crecería y se olvidaría de ello o que era rebeldía de adolescente. No lo era. Me asombra que la gente pueda siquiera decir esto. Como si el ser gay fuera un pasatiempo o una aventura. Nadie escoge el enfrentar un prejuicio de por vida. Yo he oído a mi hija y a sus amigos decir “si tan solo fuera heterosexual…” Sería todo más fácil, podría tener más amigos, podría tener un mejor trabajo, podría ser ordinaria.

Una vez una amiga tomó mi mano y me dijo, “Es una enfermedad mental, deberías ir a ver a un consejero”. Pude haberla golpeado.

Por supuesto que estábamos viendo a una consejera, pero no para “arreglar” a mi hija. Estábamos viendo a una consejera para que pudiera superar el hecho de que le habían rayado su casillero, le habían rayado en su carro con una llave, le habían derramado coca en su mochila, y sus amigos le habían dejado de hablar como si fuera una papa caliente. En la preparatoria, el acoso y la intimidación (bullying) era tan horrible que yo temía por la vida de mi hija. Finalmente, la cambiamos a otra escuela. Cuando se graduó de la preparatoria mi celebración no fue por su graduación, sino porque estaba viva.

Para ser imparcial con mi amiga, la homosexualidad se categorizó como enfermedad mental, pero en 1973, hace ya 46 años, la Asociación de Psiquiatría Americana, la Academia Americana de Pediatras y la Asociación Americana de Psicología declararon que “Las diferencias de género son expresiones normales entre las relaciones humanas.” También ofrecieron una disculpa por el dolor que ellos causaron.
Un familiar me dijo que la homosexualidad se puede curar, que había un grupo. Sí lo había. Éxodo Internacional. En 2013, lo cerraron después de haber fallado por 37 años. El presidente hizo un discurso anunciando en una conferencia de prensa que se disculpaba por el juicio no fundado por la organización y la iglesia cristiana…. Todos somos hijos e hijas prodigios. Éxodo Internacional es el hermano mayor que trató de imponer su deseo en la promesa de Dios, imponiendo juicios en los merecedores de su Reino.” Treinta y siete años. ¿Cuánto dolor causó en esos 37 años?

Una amiga me preguntó “¿por qué hay tantos gays ahora? Antes no los había.” Creo tener la respuesta. Bueno, Brene Brown lo explica en su plática sobre vulnerabilidad: quieren ser auténticos.

La diferencia es que ahora los jóvenes no quieren vivir en la mentira. Cada vez hay menos que tratan de “pasar” como heterosexuales que en mi generación. Ven con desaliento a los gays viejos, los que se casaron, tuvieron hijos, de pronto “se hicieron gay”, y destruyeron otras vidas. El peso que se carga, de estar mintiendo constantemente a las personas que más ama uno, es lo que lleva al salir del clóset. Pero esto no es sin costo alguno.

Cada paso que nos lleva a ser honestos y a conectarnos lleva el riesgo del ataque y el rechazo. Como padre, uno ora por que amen y acepten a sus hijos(as). Algunas veces sucede, pero por lo regular no. Apoyándoles en el dolor que es inevitable, aprendiendo a acompañarles y amarles, dándose cuenta que no es algo que uno pueda “arreglar”, es toda una prueba.

El amar y criar a una niña lesbiana ha sido algo difícil y la experiencia más gratificante de mi vida. Estoy agradecida por mi hija quien me hizo pensar en la gente en términos diferentes. Tan agradecida porque me enseñó a ver a las personas como un todo y no solo sus características. Hasta estoy agradecida con otras personas que hicieron darme cuenta de mis propios prejuicios y creencias.

Al apoyar a mi hija, he tenido que pensar y reflexionar. He tenido que aprender a amar de una forma diferente, sin reserva e incondicionalmente. Pero sobre todo admiro a esta jovencita valiente que se ha enfrentado a fracasos y aún sigue adelante, se mantiene siendo quien es—amorosa, trabajadora, esforzándose por ser una mejor persona, esperando hacer una diferencia en este mundo. Es un honor amarla.

Janet Duke
Fundadora, Alianza de la Fuerza Familiar